La mayoría de los habitantes de North Carolina son conscientes de que la exposición a fibras de amianto en el aire puede provocar diversas enfermedades graves, como mesotelioma, cáncer de pulmón y asbestosis. Estas mismas personas también saben que el amianto se identificó como un peligro para la salud en la década de 1950 y que los esfuerzos para eliminarlo del medio ambiente comenzaron en la década de 1970. La gente se pregunta ahora por qué, después de más de medio siglo de litigios sobre amianto y los esfuerzos de limpieza, ¿sigue representando el amianto un peligro para la salud.
La respuesta empieza por conocer el amianto en sí. El amianto es un mineral que se encuentra en dos formas básicas, el amianto crisotilo y el amianto anfíbol. Las fibras de crisotilo son rizadas y entrelazadas. Las fibras anfibólicas son largas y en forma de aguja. Ambos tipos de fibras son fuertes, se pueden fabricar de muchas formas y, lo que es más importante, son resistentes al calor. Esta combinación única de propiedades hizo que el amianto fuera muy útil como material aislante y en productos resistentes al calor, como los forros de frenos y embragues. Desde mediados del siglo XIX hasta nuestros días, el amianto se ha utilizado en numerosas aplicaciones. Quizá el uso más común del amianto haya sido el aislamiento de tuberías y calderas. Es un producto casi perfecto, salvo por el feo hecho de que provoca cáncer.
La utilidad del amianto como material aislante significa que su uso estaba muy extendido antes de que se comprendieran y se dieran a conocer sus riesgos para la salud. Durante más de 100 años, el amianto se utilizó en la construcción naval, el aislamiento industrial y residencial, las tejas, el cemento y muchas otras aplicaciones. Por este motivo, el amianto persiste en edificios y estructuras industriales antiguos. A medida que estos edificios se deterioran o son demolidos, las fibras de amianto se liberan a la atmósfera. Aunque las fuentes de fibras de amianto se han reducido considerablemente, no se han eliminado por completo.
Cualquiera que crea que él o un ser querido ha estado expuesto a fibras de amianto debe someterse a una evaluación médica. Si el examen revela una de las enfermedades asociadas con el amianto, el siguiente paso es consultar con un abogado especializado en casos de amianto. Dicha consulta puede proporcionar una evaluación de los hechos y una estimación de la probabilidad de recuperar daños y perjuicios por gastos médicos, pérdida de ingresos, dolor y sufrimiento y pérdida de compañía.
Fuente: Sociedad Americana del Cáncer, "Amianto y riesgo de cáncer". consultado el 23 de febrero de 2016