Dificultades para demostrar la exposición secundaria al amianto

Desde hace mucho tiempo se sabe que el amianto es perjudicial para la salud. Las características del amianto lo convierten en una sustancia especialmente tóxica por la facilidad con que una persona puede verse expuesta y por el daño que las fibras pueden causar en el interior del organismo al ser inhaladas.

Otra razón por la que el amianto es tan peligroso es que los daños que causa pueden no ser identificables hasta 10, 20 o incluso 40 años después de la exposición, lo que dificulta su diagnóstico y tratamiento eficaz. Esto puede ser especialmente cierto para las víctimas que nunca han estado expuestas directamente al amianto. Al no haber manipulado nunca amianto ni trabajado en entornos en los que el polvo de amianto enturbiaba el aire, las víctimas de una exposición secundaria al amianto pueden no tener motivos para sospechar que la fibra podría ser la causa de sus dolencias.

En un artículo de nuestro sitio web, analizamos en profundidad la exposición secundaria al amianto y cómo afecta a las mujeres en particular. En ese artículo, que se puede encontrar aquíLa exposición secundaria era un riesgo muy real hasta mediados del siglo XX, cuando los hombres solían trabajar y las mujeres se quedaban en casa cuidando de la familia. Esta exposición secundaria solía producirse cuando el hombre llevaba el amianto del trabajo a casa, donde la mujer lo limpiaba del suelo o de la ropa del hombre y respiraba las fibras.

La existencia de la exposición secundaria es innegable. Sin embargo, el reto de demostrar que una persona es víctima de ella puede ser incluso más difícil que probar la exposición directa. En muchos casos, los trabajadores pueden identificar un producto, un entorno o un documento específico que respalde su afirmación de que trabajaban habitualmente con un producto peligroso.

Sin embargo, en el caso de la exposición secundaria, hay que demostrar la fuente directa de exposición, pero también hay que establecer el alcance de esa causa directa.

Puede resultar un proceso jurídicamente complejo, pero no es infrecuente. El ocho por ciento de los casos de mesotelioma afectan a víctimas femeninas, y muchos de ellos son el resultado de una exposición secundaria. Si usted cree que usted o un ser querido puede ser víctima de una exposición secundaria al amianto, puede ser crucial buscar atención médica y apoyo legal para comprender mejor sus opciones.

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