HECHO ACT: Una oportunidad para volver a ser víctima

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HECHO ACT: Una oportunidad para volver a ser víctima

Una ley en el Congreso exigiría la divulgación pública de información privada de los afectados por enfermedades relacionadas con el amianto

La historia del amianto y de los litigios por amianto en Estados Unidos no es inspiradora. El amianto era un mineral extremadamente útil. Los materiales fabricados con este mineral podían ser ignífugos y aislantes. En el siglo XX se introdujo prácticamente en todos los rincones de la vida, desde las zapatas de freno y el aislamiento de las tuberías de vapor de los buques de la Armada hasta los trajes de los bomberos e incluso en las cocinas corrientes, en forma de agarraderas.

En este contexto de banal normalidad, había un problema. Un problema que la industria conocía desde hacía más de 100 años. Los mineros, los trabajadores de las fábricas de transformación y quienes trabajaban con el material en sus productos finales inhalaban polvo en suspensión que contenía fibras microscópicas de amianto.

En función de su exposición a este material, empezaron a desarrollar enfermedades, a menudo de pulmón, que dificultaban la respiración y, finalmente, empezaron a matar a sus víctimas. La asbestosis y el mesotelioma eran las dos más comunes.

Las empresas del amianto protegieron a algunos de sus empleados

Algunos empresarios reconocían el riesgo y se esforzaban en cierta medida por reducirlo para sus propios trabajadores. Al fin y al cabo, los trabajadores enfermos reducían la productividad de la planta y podían convertirse en un costoso problema de salud para el empresario.

La mayoría de las veces, a quienes compraban artículos fabricados y contaminados con amianto nunca se les informaba de los riesgos. Eso podía perjudicar las ventas y los beneficios.

Sin embargo, como todos los encubrimientos, empezó a correrse la voz del riesgo de exponerse a amianto. Lamentablemente, con demasiada frecuencia figuraba en el recuento de cadáveres de pueblos y ciudades cercanos a plantas de procesamiento o minas. En la década de 1960, estaba claro que este mineral suponía una grave amenaza para la salud pública.

La Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos (EPA) empezó a intentar regular el material, y la industria se defendió enérgicamente, defendiendo su derecho a envenenar a millones de personas con la producción y venta continuas de materiales que contienen amianto.

La exposición al amianto se convierte en el primer agravio colectivo

La escala y magnitud de la muerte y destrucción causadas por la industria del amianto dieron lugar a los primeros casos modernos de responsabilidad civil masiva, que llevaron a la quiebra a muchas de las empresas responsables de las horribles enfermedades causadas por el amianto.

La resolución de estos casos dio lugar a la creación de los fideicomisos del amianto, que se encargan de pagar las indemnizaciones a los enfermos y a los muchos fallecidos por mesotelioma.

La industria, sin embargo, nunca ha dejado de librar una acción de retaguardia, mientras intenta desviar la atención de su responsabilidad por envenenar a sabiendas a millones de trabajadores inocentes y a sus familias.

El ejemplo más reciente de este comportamiento desvergonzado es la Ley de Transparencia en las Reclamaciones por Amianto de 2015 (Ley FACT). Este proyecto de ley, si se convierte en ley, requeriría la divulgación de cantidades significativas de información personal de aquellos que han sido víctimas una vez por contraer enfermedades como el mesotelioma, y ahora, mediante la presentación de una reclamación a uno de los fideicomisos de amianto, podría ser víctima de una segunda vez por oportunistas que curriculan para este tipo de datos para promover sus esquemas de robo de identidad.

Cuando se habla de la supuesta falta de honradez de las víctimas de la industria del amianto, es importante recordar que la falta de honradez original fue la de intentar lucrarse con el uso de este material intrínsecamente peligroso.

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Testimonios

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